Vida y Familia A.C. es la institución privada que más adopciones tramita en el país; una organización en contra del aborto, que se presenta como asociación civil que ayuda a mujeres embarazadas para recibir donativos del gobierno. Incluso, dependencias públicas le abren las puertas para dar pláticas en donde se promueve la abstinencia como método anticonceptivo.
Texto: Thelma Gómez Durán
Fotografías: Ernesto Ramírez
La imagen de la virgen María embarazada, de poco más de metro y medio, cuelga en una de las paredes del recibidor. Es jueves, aún faltan cinco minutos para las nueve de la mañana y en el pequeño salón ya no cabe nadie más. Al año, cerca de 800 parejas llenan una solicitud para estar aquí. Pocas son las elegidas; hoy se convocó a 20. Todas tienen, por lo menos, cinco años de estar casadas por la iglesia católica, es el primer requisito a cumplir si se desea adoptar a un bebé en Vida y Familia (Vifac), organización que desde hace 32 años ha hecho de la adopción un estandarte en su cruzada contra el aborto.
Las 20 parejas escuchan una explicación sobre cómo funciona Vifac: la organización tiene albergues para alojar a “mujeres embarazadas en desamparo”. Ahí se les dan talleres de capacitación y atención médica hasta que el bebé nace. Si alguna de ellas quiere darlo en adopción, Vifac se encarga de los trámites.
A los matrimonios se les advierte que el proceso para adoptar puede tardar hasta dos años, a veces más, porque son pocas las mujeres que deciden dar en adopción a sus hijos y es mucha la demanda de bebés. Mientras eso sucede, las parejas deberán tomar cursos sobre adopción, paternidad, familia y religión. Tendrán que reunir varios documentos. Además, durante el tiempo que dure su proceso aportarán a Vifac alrededor de dos mil pesos mensuales para “gastos administrativos”. Esta cantidad no incluye el costo de los cursos ni los estudios socioeconómicos y psicológicos que deberán realizar en Vifac. Tampoco contempla los gastos de los juicios de pérdida de patria potestad y de adopción que también deberán pagar.
Hay detalles que no se dicen a quienes buscan adoptar en Vifac. Pormenores que tampoco se les mencionan a las mujeres que se acercan a esta asociación civil que se promueve con la frase: “¿Estás embarazada y no sabes qué hacer? Nosotros te ayudamos”. A ellos no se les cuenta cómo Vifac logró ser una de las organizaciones en contra del aborto con mayor presencia nacional. Cómo consiguió ser la corporación privada que más adopciones de bebés tramita en el país.
No se dice que es una agrupación católica que se presenta como asociación civil, para así poder recibir donativos del gobierno federal, de los estatales y municipales. Y que, bajo esta imagen de organización de la sociedad civil, consigue que se le abran las puertas de escuelas públicas para ofrecer “pláticas de prevención y educación sexual” en donde se promueve la abstinencia como método anticonceptivo.
La reunión con las parejas que buscan adoptar en Vifac-México se realiza en la Casa Azul. Así se le conoce a la sede principal de la organización, ubicada en Satélite, en el Estado de México. Se trata de una amplia construcción de bardas azules, en cuyo interior hay una capilla, oficinas y un área de cuneros que, en estos días es el hogar temporal de siete bebés que esperan ser adoptados.
En el primer piso, sentada detrás de una repisa colmada con fotografías de niños con sus padres adoptivos, María del Carmen Viniegra de Carmona, subdirectora de adopciones de Vifac-México, cuenta la versión oficial del origen de la organización:
La fundadora Marilú Mariscal de Vilchis (su nombre de soltera es María Guadalupe Mariscal Toroell) no logró tener hijos biológicos, por lo que adoptó. Al hacerlo se enteró que en el México de entonces la mayoría de las adopciones eran irregulares. Además, conoció a mujeres que por estar embarazadas las corrían de su trabajo o que, al tener un embarazo no deseado, abortaban. Así fue como pensó en tener una fundación para evitar los abortos y, al mismo tiempo, impulsar la adopción. El 31 de enero de 1985 se constituyó legalmente Vida y Familia A.C.
Hay episodios que no se cuentan en la historia oficial de Vifac. Detalles que han sido documentados por investigadores como Edgar González Ruiz, autor de libros como Conservadurismo y Sexualidad y La última cruzada. De los cristeros a Fox.
Vifac —explica González Ruiz— no es la única organización católica que en los años ochenta abrió albergues en México, para evitar que las mujeres abortaran ante un embarazo no deseado. Provida —organización fundada en 1978— creó los Centros de Ayuda a la Mujer (CAM) en 1989, albergues en donde se atraía a las mujeres que deseaban abortar con anuncios en los periódicos: “Tiene usted un embarazo inesperado. O tiene problemas por ese motivo. No se desespere, nosotros le ayudamos…”
Si bien los grupos que se oponen al aborto surgen a finales de los 70, es en la década de los ochenta cuando se hacen aún más visibles, justo durante el pontificado de Juan Pablo II, el papa que se caracterizó por su rechazo al aborto y su activismo en contra de la sexualidad. Fue por ello que, desde el Vaticano, se fomentó y apoyó a estos grupos católicos.
González Ruiz señala que “hay un factor religioso que explica esa lucha por ofrecer la adopción en lugar del aborto; no lo hacen por razones prácticas ni humanitarias, ni siquiera porque existan argumentos de que es mejor una opción que otra, sino por seguir un mandato religioso ultraconservador”.
Estos grupos —resalta González— no sólo han recibido el apoyo de la jerarquía católica; también lo han tenido de empresarios y políticos conservadores. En el caso de Vifac, dos hermanos de Marilú Mariscal están casados con hijas del fundador de Grupo Bimbo, Lorenzo Sertvije. Además, en los estados, algunas de las presidentas de Vifac son esposas de empresarios.
Durante los ochenta y noventa, Provida fue el centro del activismo antiabortista en México. Su protagonismo comenzó a diluirse, sobre todo a partir de 2004. Ese año, la Auditoría Superior de la Federación reportó que los más de 25 millones de pesos que la Secretaría de Salud otorgó a Provida para la expansión de los Centros de Ayuda a la Mujer, fueron utilizados para comprar tangas y plumas.
Vifac, por su parte, poco a poco ha ido ganando terreno. En 1994, casi diez años después de comenzar sus actividades, fundó Vifac-Monterrey. Y en junio de 1996, Vifac-Guadalajara. A partir del 2000 su expansión se aceleró. Hoy tiene presencia en casi todos los estados del país, con 24 sedes (lugares en donde hay albergues y se realizan procesos de adopción) y ocho puntos de enlace (donde sólo tienen oficinas).
Si bien Vifac es la primera organización católica que en México puso en marcha el modelo de albergar a mujeres embarazadas y tramitar adopciones, no es la única que funciona en el país y que está autorizada para recibir donativos deducibles de impuestos. Algunas de las asociaciones civiles que utilizan ese mismo esquema son Mater Filius, Yoliguani y la Asociación de Ayuda a la Mujer Embarazada. Pero ninguna de ellas tiene el alcance y los recursos económicos con los que cuenta Vifac.
Entre 2011 y 2016, las asociaciones civiles que se han registrado con el nombre de Vifac recibieron, en conjunto, poco más de 336 millones de pesos de donativos en efectivo, de acuerdo con los informes anuales que la organización entregó al Servicio de Administración Tributaria (SAT). De ese dinero, por lo menos 44 millones 851 mil pesos son recursos que le han otorgado “personas morales públicas nacionales”, clasificación fiscal que incluye a dependencias federales, gobiernos estatales y municipales, así como a empresas que cotizan en la bolsa de valores.
Recursos en efectivo que se han entregado, a través de donativos, a estas organizaciones: Ayuda a la Mujer Embarazada, Yoliguani y VIFAC.
Fuente: Informes presentados por las organizaciones al SAT y a Indesol;
estos últimos se obtuvieron a través de solicitudes de información.
En estas fuentes no se obtuvo información de Mater Filius.
De lunes a viernes, la escena se repite afuera del Centro de Salud Beatriz Velasco Alemán, en el oriente de la Ciudad de México. Antes de las seis de la mañana, las mujeres se forman para obtener una de las fichas que les permitirá acceder al servicio de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), que se realiza en esta clínica del gobierno de la Ciudad de México. A unos pasos, cuatro personas rezan el rosario. Y otras más cuelgan mantas justo frente al lugar donde las mujeres esperan. Son mantas con fotografías y frases sobre las supuestas consecuencias de un aborto, diseñadas de tal forma que podría pensarse que fueron realizadas por alguna dependencia de gobierno. Pero no es así. Entre las frases, hay una que resalta: “Además de la interrupción legal del embarazo también puedes elegir: reconciliarte con tu embarazo o darlo en adopción”. Y se proporcionan los teléfonos y direcciones de las páginas de internet de Vifac, Mater Filius y Yoliguiani.
Frente a las puertas del centro de salud se instala un módulo del Centro de Ayuda para la Mujer Latinoamericana A.C. Ahí simulan dar información sobre la interrupción legal del embarazo. Cuando alguna mujer se acerca, lo que obtiene es un discurso contra el aborto. “Nosotros —explica un hombre de unos 50 años— contamos con albergues; ahí se te puede ayudar. Si decides no quedarte con el bebé, lo puedes dar en adopción”. Desde que en 2007 se despenalizó el aborto para las primeras 12 semanas de gestación, Vifac y otras organizaciones intensificaron sus acciones. Su presencia ha sido cada vez más notoria. Hoy no es raro mirar su publicidad en el metro de la ciudad de México, en notas de periódicos, en el cine, en programas televisivos y en espectaculares.
Fue por un espectacular que Martha y Alberto se enteraron de la existencia de Vifac. Eso fue en 2012, año en que decidieron adoptar a un bebé. Enviaron su solicitud al correo de Vifac-México. La respuesta llegó un año después; pasaron la primera selección.
Martha y Alberto recuerdan que en alguna de las pláticas que tuvieron en Vifac se les invitó a ir a las clínicas del gobierno de la Ciudad de México, en donde se realizan interrupciones legales del embarazo, para convencer a las mujeres de que no aborten y decidan dar en adopción al bebé. “No te obligan a ir —aclara Alberto—; lo plantean como una invitación. Nosotros nunca fuimos”.
Esta pareja logró adoptar a un bebé en Vifac-México. Lo consiguió después de esperar casi dos años, de dar un donativo a la organización de poco más de 24 mil pesos (en ese entonces se pedía donativo. Ahora, se solicita cubrir “gastos administrativos”. La pareja desembolsó, en total, cerca de 100 mil pesos si se incluyen los pagos de cursos, exámenes y juicios), de cumplir con todos los requisitos, entre ellos, estar casados por la iglesia; de asistir a los cursos sobre adopción y religión, de aprobar los exámenes médico y psicológico, de presentar dos cartas de sacerdotes que validaran que eran católicos activos, de integrar un expediente que revisó el consejo interno de adopciones de Vifac y, por último, tener el visto bueno de Marilú Mariscal. En el caso de la sede del Estado de México es ella quien tiene la última palabra para determinar si una pareja puede adoptar en la institución. Para dar su venia, la presidenta de Vifac entrevista al matrimonio. Una entrevista que es como el “examen para la primera comunión”, recuerda Alberto.
En el Estado de México, Vifac forma parte del Consejo Mexiquense de Adopciones y tiene un certificado otorgado por el DIF estatal para realizar todos los trámites de adopción. Cuando Vifac determina que una pareja es viable para adoptar, entrega el expediente al DIF estatal, para que la dependencia pueda emitir el certificado de idoneidad, documento necesario para realizar una adopción.
Desde que en 2015 se promulgó la Ley que regula los Centros de Asistencia Social y Adopciones en el Estado de México, Vifac tiene que informar al DIF estatal cuando un bebé ingresa a su cunero. Antes no estaba obligada a hacerlo.
Durante el primer semestre de 2017, 44 bebés fueron adoptados a través de Vifac en todo el país, de acuerdo con los datos difundidos por la propia organización. En 2016, el número total de bebés adoptados, a través de Vifac, fue de 84. La sede del Estado de México es la que más adopciones tramitó: ese año otorgó alrededor de 50 infantes. Un número que contrasta con las 14 adopciones que, ese mismo año, realizó el DIF de la entidad.
Las cifras que ahora maneja Vifac no se comparan con el número de adopciones que la organización realizaba a finales de los noventa. En ese entonces, tan sólo en Vifac-México se entregaban al año, por lo menos, cien bebés en adopción. “Eso ya no se ha vuelto a repetir. Los números han bajado muchísimo”, lamenta María del Carmen Viniegra, subdirectora de adopciones de Vifac-México, y enumera lo que ella considera que son las causas de esa disminución: “la despenalización del aborto, las facilidades para las interrupciones legales, la falta de interés de la gente por tener hijos y que han surgido otras instituciones.
”María del Carmen Viniegra sabe que una de las críticas que recibe Vifac, sobre todo de quienes desean adoptar, es que sólo acepten a parejas casadas por la iglesia católica.
—¿Por qué sólo católicos? –ella misma se pregunta y contesta– Porque para nosotros la adopción no es nada más doy a un niño y ya. Para nosotros la forma de verlo es trascendental a la luz de la fe, es la voluntad de dios. Yo no puedo aconsejarle o guiar a un papá si no hablamos el mismo idioma, si yo no puedo decirle que dios tiene un plan en su vida.
—¿Por qué cobran una “cuota de recuperación” a las parejas que desean adoptar? –se le pregunta a Viniegra.
—Esa cuota cubre exclusivamente los gastos administrativos y operativos que tenemos para sacar adelante el trabajo… Integrar los expedientes de cada pareja cuesta mucho; además, por cada bebé que se atiende en el cunero se gasta entre 12 y 14 mil pesos mensuales… La idea no es tocar los recursos que nos donan para la atención de las mujeres embarazadas.
Las directivas de Vifac recalcan que la adopción no es el objetivo principal de su organización. “Nuestra misión —insiste Viniegra— es ayudar a la mujer embarazada en situación de desamparo o vulnerable… Lo que intenta la institución es darle alternativas para su desarrollo; prepararlas, formarlas. Que ellas puedan ver que el mundo no se derrumba con un embarazo”.
En 2016, de acuerdo con los propios datos de Vifac, 2 mil 528 mujeres vivieron en alguno de los albergues que tiene la organización en el país; de ellas, sólo 507 fueron atendidas hasta que nació su bebé en alguno de los hospitales públicos con los que Vifac tiene convenios de colaboración; las demás —poco más de dos mil— dejaron el albergue antes de dar a luz
Un mes antes de que naciera su bebé, a mediados de 2006, Ángela llegó al albergue de Vifac en San Ángel, al sur de la Ciudad de México. Ella tenía 15 años. Su novio la llevó, le dijo que ahí la ayudarían. Él quería convencerla de dar al niño en adopción. “Siempre quise quedarme con el bebé. No pensé en el aborto por muchas cosas, sobre todo por miedo. En la secundaria, una maestra, nos dijo que si abortábamos, podíamos quedar estériles. Hoy ya sé que eso no es cierto”.
Cuando Ángela llegó al albergue de Vifac, le dijeron que podía estar ahí hasta que naciera su bebé; ella decidiría si quedarse con él o darlo en adopción. “Nunca me obligaron a tomar una decisión”.
Lo que Ángela más recuerda del tiempo que vivió ahí es a sus compañeras. Eran cerca de 30; la mayoría, menores de edad.
Ana tenía 12 años. Su tío la violó y quedó embarazada.
A Viridiana, también de 12, su padre la violó.
Juana llegó a la Ciudad de México para laborar como empleada doméstica. Un día salió tarde de trabajar, tomó un taxi. El chofer la violó.
Carmen, de 30 años, ya era madre de dos niños. Poco después de enterarse de que estaba embarazada por tercera ocasión, le detectaron cáncer. Llegó al albergue indecisa entre quedarse con el bebé o darlo en adopción.
En el albergue de Vifac, la vida se rige por horarios estrictos. Por lo menos, así era cuando Ángela habitó ahí. A las siete de la mañana todas tenían que estar despiertas y con las camas tendidas. Las inquilinas realizaban los quehaceres de la casa y preparaban los alimentos. Pasaban las tardes frente al televisor, en consultas con la doctora o en pláticas con la psicóloga. “No era obligatorio entrar con la psicóloga. Te anotabas en una lista si querías pasar”. La cena era a las ocho de la noche.
Los viernes, por la tarde, se reunían a rezar en la capilla que está dentro de la casa. “Quienes nos cuidaban —dos mujeres que eran voluntarias— nos decían que le pidiéramos a la virgen que nos ayudara”. Los domingos podían salir de la casa; algunas iban a misa. “Yo no iba. Mis compañeras me decían: ‘si no vas, te van a regañar’”.
— ¿Tenían talleres de capacitación?—
— Sólo unos días a la semana, unas señoras que eran voluntarias iban a dar clases de tejido. Un día llegó una chava a enseñarnos a hacer pulseritas. Había máquinas de coser, pero no se usaban. En el tiempo en que estuve ahí, nunca dieron una clase de costura o de otra cosa que no fuera tejido. Y no todas tomábamos esa clase. Había algunas muchachas, como Lupita, que no sabían leer ni escribir. ¡Tampoco sabía contar! Nunca le dieron clases para que aprendiera… Nunca se habló de qué íbamos a hacer cuando saliéramos de ahí. ¿Información sobre anticonceptivos? No, nunca nos la dieron.
Al mirar una tienda Costco, Ángela recuerda el tiempo que pasó en Vifac: “Casi toda la comida que nos daban era de ahí. De esa comida que está a punto de caducar. ¿Cómo lo sé? Porque la comida llegaba con la etiqueta que traía la fecha de caducidad… El chocolate se hacía en una olla grande, como la de los tamales: se ponía a hervir agua y se le echaba una bolsa de Nesquik”.
Él bebé de Ángela nació un día de julio en el Hospital General Dr. Manuel Gea González. Ella se quedó con su hijo, pero ya no se enteró de la decisión que tomó Carmen. Juana sí dio a su bebé en adopción. De las demás, ya no supo.
María del Carmen Viniegra, subdirectora de adopciones de Vifac-México, asegura que a nivel nacional 0.7% de las de las mujeres que ingresan a los albergues de la organización deciden dar a sus hijos en adopción.
En agosto de 2014, Karen Castro denunció en medios locales a las directivas de Vifac-Culiacán de obligarla a dar a su bebé en adopción; entonces aseguró que la engañaron y la hicieron firmar papeles en blanco. Tres años después de su denuncia, Karen sigue en búsqueda de recuperar a su hija. La niña ya vive con la pareja que la adoptó. “Yo no quería dar a mi hija; firmé porque me engañaron —asegura Karen, vía telefónica—, presenté denuncias por eso, pero el juicio va muy lento. Ellos (Vifac y los padres adoptivos) tienen mucho dinero e influencias. Yo no las tengo. Pero no voy a dejar de pelear por la niña; ella se va a enterar que ellos no son sus padres. Y yo puedo demostrarle que siempre luché por ella”. En Vifac-Culiacán no respondieron a las solicitudes de entrevista.
Organizaciones internacionales que han estudiado el tema de la adopción, entre ellas Servicio Social Internacional, recomiendan que se evite la existencia de asociaciones que mezclen programas de atención de mujeres embarazadas y adopciones, sobre todo para evitar conflicto de intereses, presiones a las mujeres para que den en adopción a sus hijos y el pago de “donativos” para agilizar una adopción.
Activistas en derechos reproductivos, como Consuelo Mejía, directora de la organización Católicas por el Derecho a Decidir, pone en duda que a organizaciones como Vifac les interese ayudar a mujeres embarazadas en situación vulnerable: “Lo que realmente les interesa es que no haya abortos”.
Lo ideal —señala Consuelo Mejía— sería que las mujeres con embarazos no deseados puedan elegir y decidir en forma libre si dan en adopción, si interrumpen el embarazo o si continúan con él. “Que el Estado les ofrezca las tres opciones, que tengan acceso —respetando sus derechos— a cualquiera de las tres opciones y que se respete su decisión”.
Porcentaje de mujeres en edad fértil, expuestas al riesgo de embarazarse, que no usaban método anticonceptivo.
Fuente: Sistema Integrado de Estadísticas sobre Violencia contra las Mujeres-INEGI-2014.
El presentarse como una asociación civil que ayuda a las mujeres embarazadas, así como el tener una especial cercanía con funcionarios y empresarios, le permite a Vifac acceder a donativos gubernamentales, dinero público que se le entrega pese a que el Artículo 7 de la Ley Federal de Fomento a las Actividades Realizadas por Organizaciones de la Sociedad Civil señala que para obtener apoyos y estímulos de la administración pública federal, las organizaciones tienen la obligación de no realizar proselitismo religioso o propaganda con fines religiosos.
Desde 2009 y hasta 2016, las 24 asociaciones civiles que forman parte de Vifac han recibido, por lo menos, 44 millones 851 mil 440 pesos de donativos de “personas morales públicas nacionales” (las cuales pueden ser dependencias gubernamentales o empresas que cotizan a la bolsa), de acuerdo con los informes anuales presentados por la organización al Sistema de Administración Tributaria (SAT) y al Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol). En estos últimos, los cuales se obtuvieron a través de solicitudes de información, es posible identificar que, por lo menos, 18 millones 339 mil pesos fueron otorgados por dependencias federales, gobiernos estatales y municipales.
Los gobiernos estatales que más recursos públicos, en efectivo, han dado a Vifac son los de Aguascalientes, Jalisco, Zacatecas, Sonora, Querétaro, Baja California, Chihuahua, Nuevo León y del Estado de México. Tan sólo durante el gobierno de Eruviel Ávila, Vifac-México recibió, por lo menos, 4 millones 624 mil 960 pesos.
Las autoridades municipales de Chihuahua, Hermosillo, León, Mexicali, Querétaro y San Pedro Cholula también han destinado dinero a Vifac. Un fiel donante es el Municipio de León. Cada año, desde 2013, entrega a Vifac-Guanajuato recursos públicos.
La dependencia federal responsable de otorgar la clave única para que las organizaciones de la sociedad civil puedan recibir donativos públicos, también se distingue por entregar recursos a esta asociación. De 2009 a 2016, Indesol destinó a Vifac 5 millones 83 mil 272 pesos, como parte del Programa de Coinversión Social.
Dependencias federales, gobiernos estatales y municipales que han otorgado donativos a organizaciones que tienen albergues para atender a mujeres embarazadas y, a la vez, realizan trámites de adopción.
Fuente: Informes presentados por las organizaciones al SAT y a Indesol; estos últimos se obtuvieron a través de solicitudes de información.
Un estado en donde las autoridades, tanto municipales como estatales, son especialmente dadivosas con Vifac es Yucatán. En 2011, la priísta Angélica Araujo, entonces presidenta municipal en Mérida, entregó a esta organización un terreno de 2 mil 370 metros cuadrados, en la colonia Residencial Montecristo, al norte de Mérida, para que ahí construyera su albergue. En noviembre de ese año, el arzobispo Emilio Berlié Belauzarán encabezó la ceremonia de colocación de la primera piedra del inmueble, cuya materialización costó 7 millones de pesos, de acuerdo con información publicada en periódicos locales.
En enero de 2013, funcionarios estatales y del ayuntamiento, entre ellos José Limber Sosa, entonces director del DIF estatal, fueron testigos de cómo el sacerdote Jorge Laviada Molina bendijo las instalaciones de la asociación. También escucharon el discurso de la presidenta de la organización, María Guadalupe Mariscal de Vilchis: “Dios es el primero que trabaja en la obra, el que motiva a trabajar en Vifac. Buscamos crecer sólidamente teniendo presencia en Dios”.
La edificación del albergue de Vifac-Mérida sorprendió a los vecinos de Residencial Montecristo, sobre todo a los habitantes con más años en el lugar, ejidatarios que años atrás donaron ese terreno al municipio para que ahí se construyera un parque público. Ninguna autoridad les informó que la mitad del terreno que alguna vez fue suyo se entregaría a Vifac.
En la otra mitad del terreno —poco más de 3 mil metros cuadrados— aún no se construye nada. Pero hay planes: crear ahí el Parque Vifac “Celebrando la Vida”. Eso, por lo menos, es lo que han difundido las autoridades municipales, encabezadas por el panista Mauricio Vidal Dosal, quien antes de llegar a la política fue empresario en el sector restaurantero y de franquicias de comida rápida.
Quien aún continúa al frente de un grupo empresarial dedicado a las franquicias de alimentos en la Península de Yucatán, es Víctor Berny Casares, esposo de Annel Macías Arreola, actual directora de Vifac-Mérida.
En entrevista, Annel Macías dice con orgullo que trabajan “de la mano” con el gobierno estatal y municipal: “Nos apoyan en todo”. Y menciona un ejemplo: el director general del DIF Yucatán, José Limber Sosa, ayudó para hacer una campaña de promoción de Vifac en los 106 municipios del estado. “Nosotros imprimimos toda la campaña, su gente distribuyó y sensibilizó a la gente de los municipios sobre lo que es Vifac… No es lo mismo que lleguemos nosotras a que venga alguien de gobierno, una autoridad que trabaja en el DIF del municipio y le diga a doña Chonita: ‘yo conozco a una asociación que puede ayudar a tu hija’. Eso nos ha funcionado muy bien”.
Tan bien ha funcionado que Vifac-Mérida forma parte del Consejo Estatal de Salud y tiene convenios con, por lo menos, 30 municipios de Yucatán para que miembros de la organización ofrezcan pláticas sobre “educación sexual” en escuelas públicas, en las cuales “se habla —explica Annel Macías— de métodos anticonceptivos y de la abstinencia, porque también es un método que cualquiera pueda llevar”.
—¿El que ustedes reciban apoyos del Estado y recursos públicos, a través de donativos, no viola el estado laico?
—No veo por qué. Aquí se ayuda al prójimo… Eso no tiene nada que ver con nuestro carisma católico… Todo esto que hemos logrado no es porque seamos católicos o seamos Vifac, es porque se ha trabajado. Fuera de nuestro dios, lo que se hace aquí es maravilloso.
Annel Macías insiste en que la asociación se enfoca a la atención de una población que nadie más atiende: las mujeres embarazadas en situación vulnerable. Y repite la frase que ya he escuchado de otras directivas de la organización: la adopción no es el objetivo principal de Vifac. Para demostrarlo, presenta cifras: 115 mujeres embarazadas se atendieron en el albergue de Vifac-Mérida durante 2016. En ese año, sólo tres bebés se dieron en adopción.
En Vifac-Mérida, a diferencia de otras sedes de la organización, las directoras aseguran que a las mujeres que deciden dar en adopción a sus hijos se les entregan los expedientes de los matrimonios que buscan adoptar, para que sean ellas las que elijan a la pareja que adoptará a su bebé.
Son las 16:30 horas y el sonido de las máquinas de coser acompaña la tarde. Si en el albergue Vifac de Ciudad de México, las máquinas permanecieron en silencio durante el tiempo en que Ángela vivió ahí, en el de Vifac-Mérida sí se escuchan, por lo menos, dos veces a la semana.
Seis mujeres embarazadas aprenden cómo hacer un dobladillo, cómo unir las piezas de satín para crear un vestido o sólo pasan el tiempo buscando un retazo de tela. Cuatro de ellas, por lo menos, aún no cumplen los 18 años. Es probable que algunas hayan sido víctimas de violación, pero eso no se puede afirmar, porque no se autorizó entrevista con ellas.
Cuando el embarazo es producto de una violación, el aborto es legal en todo el país. Sin embargo, a muchas mujeres las autoridades no les plantean esa opción.
En sus oficinas, la Procuradora de la Defensa del Menor y la Familia del DIF Yucatán, Irene Torres Ortegón, dice que cuando al DIF llega una menor de edad embarazada, que ha sufrido algún tipo de violencia, “la mandamos al albergue de Vifac o al de AME (Ayuda a la Mujer Embarazada, otra de las organizaciones católicas que también recibe recursos del gobierno estatal y municipal)”.
—¿Se les lleva a estos albergues aunque hayan sido víctimas de violación? ¿Por qué no se les da la opción de abortar?
—Las llevamos a Vifac o AME pero no para que se queden –señala la procuradora Torres–. Sí se les da la otra opción, pero si ellas quieren continuar con su embarazo, tenemos que protegerlas. Si es menor de edad y los padres quieren que tenga al niño y ella no quiere, puede invocar a la procuraduría para que se le dé un acompañamiento. Hasta ahora no hemos tenido un caso así.
Las autoridades del Instituto de la Mujer de Yucatán también envían mujeres embarazadas al albergue de Vifac, de acuerdo con información que la asociación ha entregado a Indesol.
En otras entidades, incluso, se ha institucionalizado la relación Vifac-Estado. Por ejemplo, Alberto Uribe Camacho, del partido Movimiento Ciudadano y presidente municipal de Tlajomulco de Zúñiga, en Jalisco, firmó un convenio de colaboración con Vifac-Guadalajara para que la asociación civil reciba a mujeres embarazadas que lleguen a los servicios médicos municipales, al Instituto de la Mujer y al DIF municipal. El convenio entró en vigor en enero de 2016 y terminará el 30 de septiembre de 2018.
En junio de 2017, el DIF Municipal de Chihuahua –municipio gobernado por el PAN— firmó un convenio, por 110 mil pesos, con Vifac-Chihuahua, para que la organización realice talleres y conferencias “que fortalezcan los vínculos familiares”.
Un mes después, el DIF del Estado de México —con Eruviel Ávila todavía al frente del gobierno estatal— firmó un convenio de colaboración con Vifac-México, para que la organización participe en el “Programa de Atención Integral al Adolescente”. Lo cual significa, de acuerdo con lo difundido por el propio DIF estatal, que la asociación civil podrá dar información y orientación a los jóvenes sobre temas como familia y sexualidad.
La visión que tienen los integrantes de Vifac sobre la familia y la sexualidad, la expresa María del Carmen Viniegra, de Vifac-México: “La información de más que se les está dando a las adolescentes ha hecho que las relaciones (sexuales) sean cada vez más precoces. Y ya sabemos que los métodos anticonceptivos no son cien por ciento efectivos. Lo único efectivo es ‘no tengas relaciones sexuales’… Toda esta ideología de género, de permisibilidades y facilidades están dándole en la torre a la familia”.
Que el Estado entregue recursos públicos a Vifac y que se canalice a los albergues de la organización a las mujeres embarazadas, producto de una violación, no sólo “vulnera el estado laico, también es violentar los derechos de las mujeres —señala Amelia Ojeda Sosa, abogada y activista en derechos reproductivos en Yucatán— La ley es clara: el aborto es legal cuando el embarazo es producto de una violación. Lo que hace organizaciones como Vifac es impedir que las mujeres ejerzan ese derecho. Y el gobierno, las autoridades, están fomentando que esto suceda”.
Bernardo Barranco, investigador que se ha especializado en el estudio del catolicismo contemporáneo, señala que la relación tan estrecha que existe entre algunos gobiernos y organizaciones católicas es la muestra de “un ascenso silencioso, multisectorial y profundamente religioso que busca instaurar la moral cristiana en la escena de lo público”.
El 15 de agosto de 2017, Vifac celebró la inauguración de un nuevo albergue para mujeres embarazadas en Naucalpan, Estado de México. Sonrientes, Mariana Dipp de Ávila —esposa del entonces gobernador Eruviel Ávila—, María Guadalupe Mariscal —fundadora y presidenta de Vifac— cortaron el listón inaugural. Detrás de ellas lucía una mampara con los logotipos de Vifac, del gobierno del Estado de México y del DIF-Estado de México.